Retorno a la izquierda municipalista

En 1979, la izquierda conquistó la mayoría de ayuntamientos del cinturón rojo de Barcelona. Los años de plomo del franquismo dieron paso a proyectos cargados de ilusión. Los primeros gobernantes de aquella transición democrática provenían de la lucha vecinal, de las asociaciones de barrio. Las ciudades estaban por construir, con un urbanismo caótico y sin servicios básicos como herencia de la dictadura. Las primera fiestas mayores fueron una bocanada de aire fresco, punto de encuentro de una ciudadanía ansiosa de participación y unos concejales que tenían que hacer política a partir de las 7 de la tarde.

Tres décadas después, el apoltronamiento de aquella izquierda combativa la ha llevado a ocupar las bancadas de la oposición. Poco queda del PSUC y de un PSC que se ha acomodado. Entretanto, ERC consiguió entrar hace 12 años en consistorios que históricamente se resistían al independentismo, pero después de las últimas municipales ha vuelto a la marginalidad en las grandes ciudades. CiU es fuerza hegemónica en ayuntamientos, consejos comarcales y diputaciones, dando la mano al PP en alguna de estas instituciones.

El otro día, unos cuantos periodistas tuvimos la oportunidad de conversar con el alcalde de Terrassa, Pere Navarro, que se postula para dirigir el PSC a partir del congreso de diciembre. Me gustó que dijera que los socialistas tendrán que hacer política a partir de las 7 de la tarde, como en los viejos tiempos. Más transporte público, menos coche oficial. Más pisar el mercado y menos bombardeo en campaña electoral. La campaña empieza la misma noche de las elecciones, aunque algunos políticos que estos días aterrizan en internet demuestren que no lo acaban de entender. En la red, la izquierda que está activa todo el año al margen de campañas e instituciones es la extraparlamentaria.

A partir del día 21, todo el mapa español será prácticamente azul. El catalán tiene escasos puntos rojos, solo en feudos del cinturón y de la segunda corona metropolitana como Terrassa. También en Lleida, y de ahí la pugna con Àngel Ros. El municipalismo forma parte del ADN del PSC, por ello son los alcaldes quienes se postulan para reinventar un partido que ha perdido proximidad. El error del PSC será querer conquistar el PSOE o impulsar la España federal. Miren a Gregorio Peces-Barba. Está todo dicho. No hay arreglo. Si Catalunya es más de izquierdas que de derechas y más catalanista que españolista, lo que tiene delito para los que mandan en la calle Nicaragua es que el PSC sea hoy una caricatura de lo que fue. Catalunya tiene en CiU una fuerza muy potente, pero todo Gobierno necesita una oposición fuerte. Por el bien del país.

(Artículo publicado en El Periódico de Catalunya.)

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